Al que madruga…

Señoras y señores, es noticia: Huracán ganó un partido. Después de once presentaciones sin poder sumar de a tres entre Superliga y Copa Libertadores, el Globo se desquitó en la última fecha del torneo y venció 2-0 a Atlético Tucumán en el Ducó a primera hora del domingo. El equipo de Mohamed se pareció a un equipo de fútbol de primera división, tuvo coherencia para defender y cierto plan para atacar. Ganó y ganó bien. Además, ¿accedió? a la Copa Sudamericana del próximo año.

Es cierto que la historia hubiera sido otra si Antony Silva no se despertaba iluminado. El arquero tuvo dos intervenciones de lujo para blindar el arco quemero y evitar un arranque en desventaja que podría haber sido letal para un equipo carente de confianza y que venía de golpe en golpe. A partir de las tapadas del paraguayo, Huracán se constituyó protagonista del duelo ante el Decano, que además le facilitó la tarea: salvo Leandro Díaz, desesperado por convertir por su peculiar vínculo con la institución, nadie en el equipo visitante mostró ambición para romper el empate.

Ese Globo dueño del partido que se empezó a construir de atrás hacia adelante, desde la seguridad del arquero hasta la presencia combativa de los volantes, pasando por un rendimiento sin grietas de la defensa, encontró en el segundo tiempo la última pieza restante: el ataque. Cerca de los veinte minutos, Lucas Gamba asistió a Andrés Chávez, que a pura velocidad y potencia superó la marca rival y definió justo antes del cierre de Lucchetti. El ex Banfield le había atajado un cabezazo a Damonte en la línea en la jugada anterior, pero no alcanzó a tapar el tiro de un prepotente Chávez, que se descargó con un grito largo y furioso.

La apertura del marcador fue el punto de inflexión del partido y un quiebre en el clima: en el Palacio, cuando la pelota entró en el arco tras un recorrido que pareció interminable, se respiró un aire nuevo, muy distinto de aquel contaminado que oxigenó a duras penas al mundo Huracán durante los últimos meses. Con el sol en su punto más alto, el público se encendió, al igual que el equipo. El Globo encontró un segundo gol sobre el final del partido y también lo hizo a través de un delantero, Lucas Barrios, que había ingresado por el propio Chávez. Así, el conjunto de Mohamed se despidió de la racha negativa y pudo volver a sonreír justo antes de lo que podría ser la parada más brava del semestre: Cruzeiro, en Belo Horizonte.


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