Alfred Hitchcock presenta

Un poco de suspenso, algo de misterio y bastante de drama. Con esos ingredientes se cocinan los partidos de Huracán, que empató ante Quilmes en su presentación como local en el campeonato. El regreso del Globo al estadio Tomás Ducó, que había cumplido 69 años de su reinauguración entre semana, no distó en apariencias al debut en Mendoza: el triunfo le quedó a la vuelta de la esquina. Pero el equipo de Eduardo Domínguez volvió a quedarse corto de tiempo. Como en la caída frente a Godoy Cruz, el juego de los de Parque Patricios fue agrio en la primera mitad y dulce en la segunda parte, tras las modificaciones. Ese cambio radical remarca el signo de la pregunta del millón, ¿por qué se juega sin 9?

La incongruencia entre líneas y al interior de ellas fue el paradigma que envolvió a Huracán en los primeros cuarenta y cinco minutos. La ausencia de una referencia de ataque no pudo más que enfatizarse por la presencia de Pussetto y Angulo, que cumplieron el rol de carrileros. Cuando desbordaban y levantaban la cabeza, revoleaban la vista sin éxito en la búsqueda de camisetas blancas. Por zona frontal, la rotación de Montenegro y González pecó de excesiva, se desdibujó su labor y, en retrospectiva, no jugaron de volantes centrales ni de enlaces ni de delanteros. El gol que encontró Quilmes tras los errores de Romat y Marcos Díaz, que serían variables recurrentes hasta el final de la noche, aumentó la tensión de un público con pocas pulgas. La salida de Pussetto por un golpe picó más las aguas de un mar de tensión que inundaba un Palacio sin sonrisas ni piñatas.

Fue el más joven de todos el que aportó la calma del experimentado. Luca Sosa, aquel chico de 22 años que se fogueó en el Talleres de Frank Kudelka y que es mejor zaguero que lateral, anotó por primera vez como profesional tras una subida típica de 3. Así, Huracán avanzó un casillero en el puntaje de un torneo que lo madrugó con incertidumbre por lo deportivo -plantel armado a destiempo- y también por lo dirigencial, si es que así se puede catalogar al cortocircuito entre Domínguez y Nadur. Hasta ahora, lo visto dentro y fuera de la cancha está a la altura de las historias que Hitchcock presentaba en su programa hace más de cincuenta años. Marche un thriller para la Quema.

Foto: www.ole.com.ar


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