Camuflado y desapercibido

Huracán se valió de los méritos de su arquero para empatar sin goles ante Temperley y rescatar un punto en condición de visitante. El equipo de Néstor Apuzzo no hizo pie firme ante un rival directo y cayó en zona de descenso. En el peor momento del año, deberá comenzar la defensa de la Copa Argentina.

notaceleste

La indicación del árbitro Ariel Penel fue la señal, el dueño de casa despegó con inusitada vehemencia y consiguió un tiro de esquina en menos de medio minuto. Fue un anticipo de lo que sería el partido en el estadio Beranger. Desde el prólogo, Temperley marcó un ritmo de juego que fue imposible de seguir para Huracán, que parecía en estado de reposo. La intensidad le permitió al Gasolero azotar el área del Globo una y otra vez a lo largo de un primer tiempo que fue un monólogo color cielo. Quizás para apagar el fuego celeste, los de Apuzzo, sin el fútbol ni la capacidad física para contrarrestar el planteo de Ricardo Rezza, hicieron agua en todas las líneas.

Con centros y remates de media distancia, el local buscó quebrar la resistencia quemera, que solo soportó la embestida porque Marcos Díaz se puso la pilcha de salvador. El responsable de muchos gritos ahogados en el Sur parió dos atajadas deluxe por tiempo y varias otras para hacer más vistosas a esas cuatro. El rendimiento del visitante pedía a gritos la llegada del descanso, pero si la charla técnica era el clavo que tenía que ajustar las ideas para la segunda mitad, falló el martillo. Huracán mejoró, pero tambaleó en el fondo, terminó con todos los defensores amonestados y agradeció la presencia del santafesino en su arco.

«El punto tendrá valor si se le gana a Atlético de Rafaela», señaló el entrenador. Sin embargo, esa unidad inmerecida cosechada en Temperley no engrosó el famélico promedio del Globo (0.692), que ahora acompaña a Chicago en los últimos puestos de la tabla que nadie quiere tener que mirar. El equipo de Parque Patricios, que ya cedió a Espinoza y Romero Gamarra y hará lo propio con Puch (convocatoria de selecciones nacionales), deberá lidiar con la Copa Argentina desde el próximo martes (ante Independiente Rivadavia, en Córdoba). El certamen más federal amaga con retrotraer las excusas con las que el club se escudó durante la Libertadores. No hay plantel para afrontar dos competencias. Los nueve puntos y los últimos compromisos exhortan a pensar que no lo hay ni para una.


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