Knockout técnico

Habría que buscar al hincha más optimista para preguntarle cómo podía empezar mejor el año para Huracán. Y, probablemente, no tendría respuesta. En Mar del Plata, en el primer partido oficial de 2016, el Globo le ganó 3-1 a San Lorenzo, dejó una gran impresión en su debut en torneos de verano y se cargó de energías y buena vibra para afrontar la primera fase de la Copa Libertadores, el compromiso inmediato para Eduardo Domínguez y sus dirigidos. Planteo y fortuna al margen, los de Parque Patricios se quedaron con el clásico gracias a la efectividad, una moneda corriente en los duelos importantes del último semestre.

Por supuesto, cuando la característica que se pondera es la capacidad de sacarle jugo a cada llegada, suele taparse una cuota de sufrimiento que delata cuánto soportó el vencedor en los pasajes más chiclosos del encuentro. En efecto, el Globo transpiró y mucho hasta conseguir el holgado resultado final. El Ciclón atacó con cuatro, cinco, seis y hasta siete jugadores. Impulsado por la codiciosa idea de Pablo Guede, puso a prueba máxima la aptitud de Marcos Díaz con avances por las bandas y desde zona frontal. El santafesino hizo gala de sus reflejos y potencia de piernas, y le guiñó el ojo a sus compañeros, que recibieron garantía extendida para cumplir su parte en el arco contrario.

El primero que aprovechó el favor del arquero fue Daniel Montenegro. Con un tiro libre pulcro, sin escalas entre el botín derecho y la red, Rolfi invirtió los papeles de sometido y sometedor. Tras la pincelada, el descanso llegó pronto y sirvió para que Domínguez ajustara piezas de cara al escenario ideal de este Huracán y frente a este San Lorenzo. Dos contragolpes sentenciaron el destino del choque estival y la fiesta se desató en la cabecera visitante, que animó a gusto la media hora final. Irónicamente, los azulgranas socavaron su propia esterilidad y se burlaron de su nueva identidad en una misma acción: descontaron a través de una pelota parada.

Antes del final, solo quedó tiempo para que Blanco se tiñera de rojo. El golpe a San Román le valió al ex-Lanús insultos desde los cuatro costados del estadio, que también albergó color en sus tribunas, ese que el fútbol argentino perdió hace tiempo y que ni amaga a recuperar. La ceremonia de entrega de la Copa Ciudad de Buenos Aires palió los deseos de los sponsors del torneo, aunque también dejó para el recuerdo una nueva foto de Huracán ganador, una imagen eterna del knockout técnico que el Globo le propinó al Ciclón en la arena marplatense.


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