Nadie es dueño de la verdad. Simplemente cada cual tiene la suya, pero algunos se creen que son dueños de la verdad única y absoluta. Sí, quizá para alguna cuestión puntual, o cuando nos referimos a un hecho específico, ahí la realidad es una sola. No hay grises, ni diferentes focos, ni puntos de vista adversos. En ese caso, las cosas son como son y sanseacabó. Pero bueno. La cuestión acá es que el tipo tenía SU verdad. Su propio estilo. Para él, el único modo de vida válido en su submundo, era al compás del Rock and Roll. No había otro camino. O por lo menos, eso era lo que creía hasta el momento…
Al llegar a un ámbito de alaridos extra agudos, llantos sin sentido y fans emocionalmente desaforadas, pensó que nada podía ser peor. ¿Justo a él le tenía que estar pasando esto? Al rey del pogo, al estandarte del agite y el descontrol. Al mariscal de las chaquetas con tachas y del vino mezclado con naranja. ¿Qué le dirían los amigos del barrio si lo vieran allí, cantándole a un amor que ya no está o a un corazón roto? Eso no era para él. No era su lugar, su manera de ser. Pero sin embargo allí estaba, porque no tenía más remedio.
Y sí. El tipo fue una víctima más del culto al sexo femenino. Ese recital de música melosa y voz latina no era más que una prueba para poder complacerla. El problema era que, en un principio, la cosa se había puesto realmente brava. Durante el concierto, se repitió una y otra vez que jamás volvería a hacer algo así. Que estar en un lugar como ese era una locura, y que eso que oía no eran melodías, sino puñales a sus oídos. Pero sobre el final, hubo un pequeño gesto que lo cambió todo…
Una simple mueca bastó para que esas dos horas dejaran de ser una tortura. Y claro, es que el bello rostro que tenía enfrente suyo dilucidó una sonrisa llamativamente blanquecina, acompañada de un cálido «gracias por haber venido». Esos segundos finales, instantes simplemente, le habían hecho entender que todo el esfuerzo realizado, realmente valía la pena. Aquellos ojos café le revelaban una mirada tierna y complaciente, que asistía entre risas al acto de colocarle una vincha fucsia con la leyenda del grupo musical finamente grabada en brillantina. Por un momento, su estilo y sus gustos musicales habían quedado de lado. No porque fuera a cambiar de parecer ni mucho menos. Él seguiría yendo a sus conciertos de rock pesado y se pasaría horas y horas en su habitación dándole sin parar a su amada batería. Continuaría con el ruidoso ritual de subir los parlantes a tope durante toda la madrugada de cada fin de semana. Sin embargo se dio cuenta de que, a pesar de que el camino había sido todo lo contrario a sus fieles creencias y convicciones, él finalmente había ganado. Entonces, ¿lo volvería a hacer? , se replanteó. Seguramente… siempre y cuando, todo este circo siga terminando en victoria…
Síntesis:
Huracán: Marcos Díaz; Nicolás Romat, Martín Nervo, Federico Mancinelli, Carlos Araujo ; Ignacio Pussetto, Matías Fritzler, Mauro Bogado, Alejandro Romero Gamarra; Daniel Montenegro; Jerónimo Barrales.
Rosario Central: Sebastián Sosa ; Paulo Ferrari, Esteban Burgos, Marco Torsiglieri, Jonás Aguirre; Fabián Bordagaray, Pedro Ojeda, Gustavo Colman, Washinton
Camacho; Teo Gutiérrez, Herrera.
Árbitro: Héctor Paletta
Horario: 18.15
Transmiten: TV Pública y El Ojo del Huracám (AM 1090)
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