Matías Giordano. El segundo arquero del plantel, titular anoche por la lesión de Marcos Díaz, fue el responsable del puntazo que consiguió Huracán ante Defensa en el estadio Tomás Ducó. ¿Puntazo? ¿Ante Defensa? ¿En el Ducó? Sí, señor. El equipo de Néstor Apuzzo se arrastró en el picado terreno de juego del Palacio, se mostró incómodo con su propio esquema, se sintió fastidioso con el planteo y no hubo pasaje del partido en el que haya sido superior a su rival, que se fue disconforme con el resultado. El Halcón marcó un ritmo que el Globo nunca pudo imprimirle a su juego. Sin volantes por las bandas, la tenencia de la pelota era la clave para el fútbol frontal del local, que se diluyó en la presión intensa del visitante.
Energía, vehemencia y transición rápida, de un lado; piernas pesadas, quietud y carencia de ideas, del otro. Así dispuesto el enfrentamiento, no tardaron en llegar los errores: la última línea de Huracán gestó varias aproximaciones de Defensa con pases cortos o comprometedores. Tanto trabajo tenían los cuatro del fondo que Bruna, Villarruel y hasta Toranzo retrocedieron para reforzar el espacio delante del área. Éste último, encargado de la generación, no hizo más que aprovechar la libertad de marca que le otorgó la nueva zona ocupada para ensayar pelotazos a Ábila, que perdió una y otra vez ante los zagueros adversarios, mucho más altos y con la aptitud física que requiere una primera división.
Montenegro, el otro responsable de la creación de juego asociado, se adelantó hasta quedar a la par de los puntas para forzar el yerro en la salida del Halcón. Pero los de Varela no se equivocaron. Huracán, prácticamente sin mediocampistas en el concepto literal de la palabra, resignó la única opción que tenía ante la ausencia de carrileros. Se estiró tanto que cooperó involuntariamente con el plan del invitado. Las situaciones de peligro del conjunto dirigido por Ariel Holan aumentaron acorde a la aceleración que signó el partido. Si Defensa no pecaba de apresurado, su recompensa hubiera sido el triunfo.
«Los jugadores están y cuando se conectan aparecen, el problema es que eso pasa a cuentagotas», declaró Apuzzo tras la igualdad sin goles. El entrenador también buscó refugio en las ausencias por lesión y suspensión con las que tuvo que lidiar. Sin embargo, en el repaso nombre por nombre, poco se le puede reprochar a Giordano, la figura, Echeverría, que se vistió de salvador en una de las últimas acciones, y Arano, que se enfrentó a un Ciro Rius inspirado. La presencia de Bruna en lugar de Vismara fue la más sentida, pero el objetivo de tener más de 30 jugadores en una plantilla es poder reemplazar una pieza sin padecer ni sufrir. En todo caso, hay una alternativa: sumar refuerzos. Algo que parece casi imposible en este pandemónium llamado Huracán.
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