Todo reproche que se le pueda hacer al equipo de Gustavo Alfaro pierde el equilibrio cuando se pone el ojo sobre la tabla de posiciones tras la goleada sobre Lanús en Parque Patricios. Para ver a Huracán entre los primeros puestos y con todos los equipos de la Primera División, hay que remontarse al Clausura 2009, el del subcampeonato de los Ángeles de Cappa. También hubo un buen registro del Globo dirigido por Eduardo Domínguez, pero se dio en un formato dividido en zonas, con uno más de la mitad de los participantes del actual certamen, en el que sólo Boca, que tiene puntaje ideal, sacó mejores resultados.
Más difícil todavía es decir algo malo de un Huracán que convalidó su esquema e idea con un triunfo demoledor cuando se lleva jugado sólo el primer cuarto de torneo. La paciencia de Alfaro se vio recompensada con un 4-0 ante un semifinalista de Copa Libertadores. Ciertamente, los defensores de una única manera de jugar todavía se escudarán en la versión B del Granate que presentó Jorge Almirón, que reservó a sus mejores intérpretes para el intento de remontada del martes próximo ante River. Pero se podría armar una cola de banco con dirigentes que quisieran llevar a sus clubes a Monetti, Aguirre y Zurbriggen.
El retroceso en bloque, la eficacia para convertir, la capacidad de saltar líneas para atacar, la firmeza defensiva, son valores que soslayan un porcentaje de posesión que asusta a fundamentalistas. Al Globo le bastó con tener la pelota el 27% del tiempo total para aplastar a su rival, devolverle la confianza a su goleador y celebrar en comunión el grito al cielo de Alejandro Romero Gamarra, cuya emoción humedeció los ojos de más de uno. La sonrisa de Kaku fue la de todos, la de un público que disfrutó del fútbol y el sol del Palacio sin reproches ni reclamos.
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Foto: lamanodedios.com.ar
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