16 octubre 2024

En el Tomás Ducó, Huracán no pasó del 1-1 ante Universitario de Sucre y complicó sus chances de clasificación a los octavos de final de la Copa Libertadores. Por fallas en el fondo, le empataron; por errores al atacar, no consiguió el triunfo. Ramón Ábila marcó para el Globo, que quedó tercero en el grupo y deberá vencer a Cruzeiro para conservar la posibilidad de avanzar de ronda.

Errar es humano. El primero y el último, el mejor y el peor, todos lo hacen. Pero cuando la equivocación se torna sistemática, frecuente y fundamentalmente previsible, el problema es otro. Huracán falla en momentos claves, en circunstancias adversas o favorables. Frente a Universitario de Bolivia, como ante Unión en el primer partido oficial del año, un combo de yerros derivó en el gol del rival. La desmedida salida de Domínguez, el apuro de Villarruel y la desconcentración de Echeverría a la hora de tirar el off side, se amalgamaron para que el Globo cediera la situación de privilegio que disfrutaba, resultado a favor en casa.

Por supuesto, no se le puede caer a Domínguez, que es el defensor más cumplidor del equipo. Ni a Villarruel, el complemento perfecto de Vismara. Tampoco a Echeverría, que ocupó un puesto ajeno y a pierna cambiada. Sin embargo, los desaciertos -en todas las líneas- son recurrentes. Los hubo ante Unión, Mineros, Godoy Cruz, Banfield. Los problemas en ambas áreas y el poco fútbol que ostentan los dirigidos por Néstor Apuzzo acarrean problemas de gol: cada vez, convierten menos, cada vez, reciben más. A tal hecho, hay que añadirle las lesiones de titulares indiscutidos y la constantemente mencionada ausencia de variantes de jerarquía.

En ese contexto de desequilibrio y adversidad, no llama la atención que la efectividad quemera en 2015, entre el campeonato local y la Copa Libertadores, ni siquiera alcance el 36%. Lejos quedaron las goleadas del sprint final en la B Nacional, la contundencia de los delanteros y la solidez en el fondo que fueron pilares para el ascenso. Ciertamente, las competencias en las que ahora participa el club son más difíciles y exigentes, pero la merma en los rendimientos colectivo e individual es insoslayable. A dos meses de la memorable actuación en Lima, los de Parque Patricios lucen más grietas que mejoras. Para enderezar el rumbo, debe poner el foco en la resolución de tantos errores, tantas fallas que complican.


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