
Huracán volvió a cumplir: triunfó 2-1 en Victoria y quedó a seis puntos del líder Lanús con dos partidos menos. Al Globo no le sobró nada, pero superó a Tigre y festejó por los goles de Montenegro y González.
Es una incógnita inmensa saber de dónde saca las fuerzas éste Huracán. Luego del accidente, sorpresivamente sumó 10 de 12 en el campeonato y, pese a disponer de equipos alternativos, mantiene chances concretas en la Copa Libertadores. Y eso que enfrentó a rivales complejos. El plantel se fortaleció mentalmente y, pese a que algunos soldados siguen cayendo, continúa de racha y está expectante en ambas competencias.
En Victoria, sin embargo, no mostró su mejor versión. Con algunos ítems pudo suplir sus imprecisiones y la falta de claridad de tres cuartos de cancha en adelante. El equipo de Domínguez fue inteligente, sólido y mantuvo el orden durante los 90 minutos, pero también tuvo la picardía y las individualidades para llevarse un partido que lo metió en la pelea grande.
El Rolfi estuvo participativo, y, más allá de marcar un golazo, se responsabilizó de la generación de juego y fue clave a la hora de manejar la pelota. El Kaku estuvo activo en el comienzo y se fue apagando con los minutos. Espinoza siempre fue opción por derecha, aunque fueron pocas las jugadas que pudo concluir con riesgo. Y Ábila, siempre picante, no les dio respiro a los defensores y fue importante para aguantar la pelota y asistir en el 2-1.
En la recuperación, Bogado volvió a ser un “todo-terreno” y Friztler mejoró notablemente luego del ingreso de González. Las debilidades estuvieron por la banda de Balbi, que fue desbordado en varias ocasiones, ya sea por mérito del rival o por errores conceptúales del defensor.
Es una pena la baja de Luca Sosa, un chico que promete mucho. Araujo tardó en acomodarse y estuvo liviano en el empate, pero luego se acopló bien con Mancinelli y tuvo muy buenos quites, tanto de abajo como de arriba.
Huracán golpeó en los momentos justos. Debió lidiar, una vez más, con un perjudicial arbitraje. No se encaprichó en las protestas y, aunque las cosas no salían, siguió yendo al frente. El premio fue merecido.
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